jueves, 14 de diciembre de 2023

La huelga

Hoy se cumplen 35 años de la Huelga General del 88, el ultimo gran triunfo de la clase obrera de nuestro pais. Un día que nos marcó a muchos chavales de clase trabajadora y sobre el que escribí una remembranza hace años. 

Un día como hoy hace tres décadas, no fui al cole a pesar de ser miércoles. Me levanté, desayuné y me puse a jugar a las chapas. Mi padre -por aquel entonces delegado de Comisiones Obreras- y mi madre me habían hablado de la importancia de hacer huelga para defender nuestro futuro. El profesor de la academia de inglés, Rigoberto, nos había dicho que gracias a la huelga los trabajadores habían conseguido jornadas de 8 horas, Seguridad Social y vacaciones pagadas, y que por ello se solidarizaba con la huelga. Vista en el recuerdo 30 años mas tarde, el gran valor de la huelga general del 14-D no fue que resultara masiva, ni que los grandes sindicatos entonces no estuvieran vendidos, ni que se lograra doblarle el brazo al Gobierno de Felipe Gonzalez y su Plan de Empleo Juvenil. 

Lo mas importante para mí es que entonces en todas partes se respiraba conciencia de clase, lo natural y lo lógico era hacer huelga para pelear por nuestros derechos. Hoy esa conciencia de clase ha decaído mucho, y quizá por eso ahora los pobres perdemos una y otra vez. 


 

miércoles, 16 de agosto de 2023

Amaral, topless y el deber de no juzgarlas

Los que hemos acudido en alguna ocasión al Sonorama Ribera sabemos que las reivindicaciones forman parte de manera natural del festival. En las pantallas de los escenarios, junto a la tradicional publicidad, aparecen mensajes reclamando mejoras para la ciudad de Aranda de Duero: recuperar el tren directo a Madrid y Burgos, un nuevo hospital... El gesto de Eva Amaral reivindicando la libertad de las mujeres para mostrar sus pechos sin coacciones, por lo tanto, no me sorprendió demasiado en ese escenario. 

Este gesto sí podía resultar más sorprendente por la protagonista del mismo: Amaral nunca se ha caracterizado por hacer reivindicaciones sociales y políticas explícitas. En sus canciones sí hay alegatos por la rebeldía, defensa del medio ambiente o de la independencia femenina, pero no son unos artistas politizados. Precisamente por eso, me parecen absurdas las acusaciones que ha recibido de buscar solamente publicidad con su topless en el escenario del Sonorama. Eva Amaral es una artista consagrada desde hace más de 15 años que no necesita trucos publicitarios. Quedarse con los pechos al aire en un concierto me parece, por el contrario, un acto de rebeldía y de defensa de la liberación de las mujeres, en un momento en que, después de décadas de avances, vuelven a darse retrocesos. Y también un riesgo, teniendo en cuenta lo mucho que les gusta a ciertos sectores sociales y políticos censurar y cancelar a aquellos artistas que expresan cosas que no les gustan. 

 Creo que las críticas al topless de Eva Amaral vienen, por un lado, de la envidia hacia una mujer con fama y talento que se atreve además a decir lo que piensa y se solidariza con otras compañeras de profesión sin miedo a sufrir consecuencias. Por otro, la fobia que sienten muchos españoles hacia cualquier postura mínimamente progresista, aunque esa postura sea una simple defensa de la libertad, esa libertad de la que tanto alardean. 

Pero el tercer motivo de las críticas a la cantante zaragozana me resulta más preocupante. Es la creencia de que los hombres todavía pueden arrogarse el derecho de decirle a una mujer cuando puede quedarse en topless y cuando no. En una peli de risa, bien. En un concierto, mal. En la playa, si la mujer en cuestión es atractiva, bien. Si no lo es, mal. Si es para anunciar coches, bien. Si es para reivindicar derechos para ella misma y para las demás mujeres, mal. Y así con todo.  

Pienso, y como hombre es posible que tenga una perspectiva menos precisa, que el gesto de Eva Amaral en el Sonorama no es tanto una reivindicación del topless como un alegato por el derecho de las mujeres a disponer de sus tetas como les de la gana. Sin que las aplaudan ni las coarten, sin que les digan dónde, cuándo, cómo y para qué está bien hacerlo y dónde, cuándo, cómo y para qué está mal y tienen que taparse. Nadie debería autoatribuirse el derecho a juzgar los actos de otra persona sólo porque no les gustan o le molestan. A nadie se le ocurre censurar a un tipo porque vista la camiseta de un determinado equipo de fútbol, por mucho que a los fans del equipo rival les pueda molestar. Y en ocasiones, ni porque vaya sin camiseta. ¿Por qué con una mujer es diferente? El deber moral de respetar los comportamientos ajenos, siempre que no supongan un perjuicio, comprende tanto a hombres como a mujeres. Lo contrario es barbarie.

viernes, 26 de mayo de 2023

Análisis predictivos para el 28-M

Nadie tiene una bola de cristal para saber lo que pasará dentro de dos días, pero si analizamos el panorama actual de la izquierda política española, y de parte de la clase trabajadora, quizás podamos hacernos una idea de lo que nos vamos a encontrar al final de la jornada de elecciones municipales y autonómicas. 

(I)
El eje izquierda vs. derecha sobre el que solemos articular nuestra actividad política es, no lo olvidemos, reciente; tiene poco más de 200 años, desde la época de la Revolución Francesa. Hay otro eje socio-económico-político mucho más antiguo, que data de las civilizaciones mesopotámicas, hace 7.500 años, y permanece vigente en nuestros días: el eje arriba vs. abajo, elites vs. pueblo, explotadores vs. explotados. Es el eje clave, al cual está subordinado el eje izquierda vs. derecha. La izquierda tiene sentido como conjunto de organizaciones, partidos, sindicatos, etc. que trabajan en favor de los de abajo. Si trabaja en favor de las elites, pierde su razón de ser y es cuestión de tiempo que acabe desapareciendo, sustituida por la apatía y la ignorancia política o por un populismo de derechas que también sirve a las mismas elites. 

(II)
Utilizan argumentos de derechas en campaña electoral
Hacen políticas de derechas cuando gobiernan
Compran los marcos de la derecha cuando están en la oposición
Pero luego la izquierda parlamentaria no entiende por qué hay gente que vota a la derecha. 

(III)
Hay en muchas personas de clase obrera -incluyendo a gente autodenominada "de izquierdas"- una pulsión miserable bajo la que bulle un magma purulento de rencor acumulado en una vida de derrotas, un deseo salvaje de ser por una vez quien se siente superior al resto, quien trata como basura al que tiene un poco menos que él, quien forma parte del mismo bando de los ricos, famosos y poderosos, quien se puede permitir tachar de segundones y fracasados a los demás. Y para esa gent(uza), politic@s psicópatas y demagog@s como Ayuso son la opción ideal, la que más les representa. 

(y IV)
"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, ni habla, ni entiende, ni participa en los acontecimientos políticos", escribía Bertold Brecht hace un siglo. Hoy en 2023, ¿quién seria el analfabeto político? ¿El que, viendo que nadie defiende sus intereses y los de su clase, se abstiene de votar? ¿O el que vota movido por la lealtad fanática a un partido/líder o, peor, por los mensajes repetidos en la televisión y los diversos foros de retarders? 


 


jueves, 10 de noviembre de 2022

Ayuso y la salud

Con su limitación intelectual y su psicopatía, Isabel Díaz Ayuso es una bala de plata para los amos del sistema. Esa limitación intelectual, unida a su actitud poligonera, resulta perfecta para convertirla en el referente de cuñados, charos, canis y chonis de clase media y trabajadora, sin cuyos votos ningún partido -el PP o cualquier otro- podría aspirar a gobernar. 

Por otra parte, su sobreexposición pública viene muy bien para situarla como representación absoluta de un mal -por ejemplo, la degradación y privatización de la Sanidad pública- que va mucho más allá de una persona, un partido político o una comunidad autónoma. De esta forma, se eclipsan las políticas similares que están llevando a cabo partidos considerados de izquierda -PSOE, ERC, Compromís- en otras autonomías, y sobre todo, se saca de foco a los verdaderos responsables de esas políticas: corporaciones, fondos de inversión, lobbys y, en última instancia, el sistema económico-político-social hegemónico en Occidente: el neoliberalismo. 

Por eso, la manifestación en defensa de la Sanidad pública del 13 de noviembre en Madrid no debería ser solamente una exigencia de dimisión de Díaz Ayuso, sino una exigencia de cambio de un modelo sanitario demencial que comienza con la Ley 15/1997 de "Habilitación de nuevas formas de gestión del Sistema Nacional de Salud".

jueves, 30 de diciembre de 2021

Yolanda Díaz dijo: "Plata o plomo" (y el plomo somos nosotros)

El final del año ha dejado dos victorias relativas para los trabajadores: el desbloqueo del convenio colectivo del sector del Metal en Cádiz y el desmontaje de algunos aspectos de la Reforma Laboral de 2012. Digo relativas porque, si bien ambas redundan en ciertos avances, no afectan por igual a todos los trabajadores y están lejos de las reivindicaciones iniciales de los mismos. 

Otro aspecto positivo es que han vuelto a poner en el centro del debate el trabajo, bastante olvidado desde los años 90 y que solo tras la precarización salvaje que siguió a la crisis de 2008 resurgió como tema de interés en la agenda pública. Siguiendo esta renovada popularidad, el trabajo fue también protagonista a mediados de diciembre de un rifirrafe en el Congreso entre la ministra del ramo, Yolanda Díaz, y la diputada de Vox Macarena Olona. Un rifirrafe en el que se dijo algo que, a mi juicio, resulta especialmente revelador y pone en contexto la resolución de los dos procesos mencionados al principio del artículo, además de darnos pistas para el futuro. 

Tras reprochar a Vox sus propuestas en aspectos como pensiones, convenios colectivos o indemnización por despido, Díaz avanzó que, si Vox llegaba a implantar su programa, entonces sí iba a haber "huelgas y movilizaciones masivas". Veníamos precisamente de unas movilizaciones masivas en Cádiz, resueltas con la firma de un nuevo convenio por parte de los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT, después de una semana larga de cargas policiales, pelotazos de goma, gases lacrimógenos y hasta una tanqueta paseándose por un barrio obrero de Puerto Real. 

Pocos días después del altercado en el Congreso se publicaba una fotografía de Díaz en amigable actitud con Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, y unos pocos días más tarde, se anunciaba una nueva Reforma Laboral que contaba con el visto bueno de la patronal. Con esta secuencia de los hechos, uno se imagina a la ministra recordándole a Garamendi sus palabras en el Congreso tres días antes: "Antonio, mientras estemos nosotros en el Gobierno los empresarios podréis vivir tranquilos. Si hay conflictos laborales, controlaremos que no pasen a mayores, con CCOO o con los tanques, con lo que haga falta. Pero si gobiernan el PP y Vox, ya sabes: huelgas y movilizaciones". En resumen, si estáis con nosotros, tendréis plata; contra nosotros, plomo. Pablo Escobar style.

(Foto: AntonMST29 - Wikipedia) 

Excepciones ultramontanas aparte, a los grandes empresarios no les gusta el caos. Su situación ideal es la del periodo 2015-2017: crecimiento económico que repercutía casi íntegramente en sus beneficios y paz social. El conflicto, las calles ardiendo, la bronca permanente en el Congreso, en los medios y en las redes sociales, la crispación, no les gusta mucho. El jaleo no es bueno para los negocios. Y en un contexto internacional que empieza a girar hacia la socialdemocracia, ¿qué son unas pocas concesiones a una izquierda socioliberal a cambio de tener el ambiente tranquilo? 

Porque, digan lo que digan propagandistas del Gobierno y Yolilovers, la nueva Reforma Laboral solo representa unas pocas concesiones para los empresarios, que además afectan más a los sindicatos que a los trabajadores directamente. Se recupera la ultraactividad de los convenios y se restablece la prevalencia del convenio sectorial sobre el de empresa (solo en lo relativo a salarios). Pero se limita poco la temporalidad y la subcontratación, y se mantienen las indemnizaciones por despido en 33 días para el improcedente y 20 días para el objetivo. Es cierto que rompe la tendencia de los últimos 30 años en los que cada reforma restaba derechos a los trabajadores -y esa es para mí su principal virtud-, pero el triunfalismo de Unidas Podemos parece un tanto exagerado. 

Cierto es que la nueva reforma está respaldada por los grandes sindicatos CCOO y UGT. Pero, más que a la legitimidad de que presume el bipartidismo -el bisindicalismo en este caso-, esto me recuerda al "plata o plomo" anterior. Controlados por el PSOE (UGT) y ahora por UP y antes por IU (CCOO), los sindicatos sistémicos actúan como correa de transmisión de estos partidos en el mundo laboral. La gran movilización contra los recortes de Zapatero vino del 15-M, no de CCOO y UGT, que convocaron una huelga general a regañadientes cuando el daño ya estaba hecho. 

En otras palabras, si Yolanda Díaz vende paz social a cambio de unas pocas reformas progresistas, lo hace sabiendo que cuenta con los grandes sindicatos como garantes de la misma. Y cuando amenaza con el plomo del conflicto social si gobierna la derecha, lo hace contando con que las balas, los que daremos la cara, los que saldremos a exigir derechos, seremos los trabajadores, convenientemente organizados y dirigidos por esos mismos sindicatos. 

En realidad, ese "yo o el caos" es bastante viejo. Desde Luis XV a Alfonso Guerra. Queda por ver si los trabajadores de este país nos prestaremos a servir como plomo en las pistolas cuando la señora Díaz lo decida y a quedarnos en el armero mientras le venga bien. ¿Qué harán PP y Vox contra los trabajadores cuando gobiernen? ¿Subir las pensiones por debajo del IPC, alargar la edad de jubilación, subir la cotización a los autónomos que ingresan 600 euros al mes, despido barato, sacar los tanques cuando protestemos...? La política del miedo se agota cuando, tras años viendo que nuestra situación no mejora pese a todas las promesas de cambios, el miedo se troca en desesperación. Antes llegan la desilusión y la desafección. Quien nos pida que salgamos a la calle contra la precariedad cuando gobierne la derecha debería darnos una razón para no salir hoy. Dicen en Abierto hasta el amanecer que hay que ser muy perdedor para no darte cuenta de que has ganado. Yo diría que hay que ser muy panoli para no darte cuenta de que sigues perdiendo.

miércoles, 30 de diciembre de 2020

10 motivos por los que debes comprar en grandes centros comerciales si eres de izquierdas

Existe un mantra en la izquierda, repetido hasta la saciedad en los últimos tiempos, que santifica a las pymes y a los pequeños comerciantes. Seres de luz que representan un capitalismo humano, amable y cercano, muy distinto de la supuesta maldad depredadora de las grandes compañías. Compra en tu comercio de barrio y estarás haciendo la revolución proletaria, les falta decir. Sin embargo, si nos atenemos a las condiciones de sus trabajadores, el impacto económico en la sociedad y su responsabilidad social y medioambiental, los grandes centros comerciales, sin ser almas caritativas, respetan mucho más a sus trabajadores, al entorno y a la sociedad en general que esos pequeños empresarios que tanto idolatran algunos. Para muestra, 10 motivos con conciencia social para elegir una gran superficie estas fiestas:

1- Tratan mejor a sus trabajadores. Los sueldos y condiciones laborales, exceptuando el trabajo en fines de semana, son mejores en las empresas grandes. Sin ser el paraíso, hay más facilidades para tener una jornada reducida, se vigilan mejor los riesgos laborales, etc. Y los sueldos son más altos.

2- Sindicación y cooperación entre trabajadores. Lo anterior no es consecuencia de la bondad de los grandes empresarios del comercio, claro está. La clave reside en que las grandes cadenas emplean a muchos trabajadores, que pueden agruparse en sindicatos y unir fuerzas para mejorar sus salarios y condiciones, mientras que en un comercio pequeño que emplea a una o dos personas el trabajador está prácticamente solo, inerme ante la voluntad del jefe y/o el dueño. Y si reclama sus derechos, a la calle.

3- Dan trabajo a más personas. Una de las frases más repetidas por los pequeños comerciantes y hosteleros, sobre todo para argumentar su resistencia a la subida del salario mínimo o a la mejora de las condiciones de sus trabajadores, es que el empresario es quien crea empleo y riqueza. Si seguimos su propia lógica, un centro comercial que emplea a 200 personas será mejor que una tienda que da trabajo a dos, ¿no?

4- Ponen al trabajador en el centro. Todo empresario intenta extraer el máximo beneficio del trabajo de sus empleados. La diferencia es que las grandes firmas han evolucionado hacia una visión que contempla la experiencia de trabajo del empleado como un factor importante en la productividad que hay que cuidar. Para el pequeño empresario, en cambio, el trabajador debe darle las gracias por permitirle hacer horas extras a cambio de nada. Su gestión de recursos humanos se reduce a dos frases: “Es lo que hay” y “Si no te gusta, te vas”.  

5- Responsabilidad social corporativa. Es rara la gran compañía que, al menos de cara a la galería, no promueve valores positivos de convivencia: igualdad, solidaridad, sostenibilidad… El pequeño comerciante se jacta orgulloso de su racismo, su clasismo y su machismo.

6- Son más inclusivos y diversos. Como consecuencia, las posibilidades de ser contratado si no encajas en el modelo de país ideal del jefe son menores en un pequeño negocio. Y en caso de serlo, el riesgo de ser peor tratado por tu raza, género o ideas es más alto. 



7- Beneficios destinados a obra social. Derivado de la número 5, prácticamente todas las grandes empresas, incluyendo las del comercio, destinan una parte de sus beneficios a iniciativas solidarias: medio ambiente, educación, ayuda a familias menos favorecidas… El charcutero de tu barrio los destina a comprarse un Audi más gordo con le que darte en los morros.

8- Aportan más al común.
El fraude fiscal y laboral se da en empresas grandes, medianas y pequeñas. Sin embargo, a más nivel de ingresos, mayor contribución a las arcas públicas. Puede que los pequeños empresarios defrauden menos, pero es debido al menor conocimiento del Derecho tributario y las técnicas de elusión fiscal, no a un mayor sentido cívico.

9- El hilo musical es más agradable al oído. Con mejor o peor gusto, la gran superficie intenta poner música de fondo que guste a todos sus clientes. En la ferretería de al lado, tienes que escuchar a Jiménez Losantos y Carlos Herrera cagándose en los rojos, incluyéndote a ti.

10- No desprecian a sus clientes por su ideología. De derechas, de centro o de izquierdas, un cliente merece respeto, independientemente de la ideología de los directivos de la corporación. En el bar de la esquina, te toca aguantar al dueño llamándote "vago" y "muerto de hambre" por no ser dueño de tu propio negocio; eso cuando no aboga por fusilar a gente como tú.


 

 

lunes, 21 de diciembre de 2020

Biden, la decadencia de un imperio y su impacto en el resto del mundo

Polémica, remontada, suspense, amenazas… y al final ganó Biden. Las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos han sido fieles a esa regla tan yanki de que el espectáculo es lo que importa, dando más espectáculo que nunca, pero el resultado ha sido el mismo que apuntaban las encuestas desde hacía meses: victoria del demócrata Joe Biden y su segunda de a bordo Kamala Harris. A ello se suma la mayoría demócrata en el Congreso y la probable republicana en el Senado, lo que augura, como es habitual en los USA, dicho sea de paso, un equilibrio de poder bastante delicado y poco favorable a decisiones revolucionarias, que por otra parte no abundan en la política de Washington.  

Como es norma desde que Estados Unidos es una superpotencia, tras cada elección presidencial los demás países nos preguntamos cómo nos va a afectar la presencia del nuevo inquilino de Pennsylvania Avenue al resto del planeta. Y con mayor motivo en un contexto en el que, por primera vez desde hace tres décadas, el nuevo presidente de los EEUU no asume el mando de una potencia hegemónica a nivel mundial.

De hecho, el proceso de decadencia de la hegemonía estadounidense viene de más atrás. La propia  victoria de Trump en 2016 es consecuencia, entre otros factores, de la crisis económica de EEUU, provocada por el avance progresivo de la economía financiera en detrimento de la productiva, deslocalizada esta en el sureste asiático. Trump propone un repliegue proteccionista y una relocalización (en esto hay que reconocerle que ha sido un pionero), y eso le valió el voto de mucha clase obrera blanca afectada por la desindustrialización.

Pero, aunque a la interna la economía yanki no ha ido mal hasta principios de este año, Trump no ha logrado reducir las tasas de pobreza (creo que tampoco lo pretendía, este tipo de gente odia a los pobres como ya sabemos). Y a la externa, la perdida progresiva de poderío del dólar se ha acentuado en estos cuatro años en beneficio del yuan, y el ascenso de China al estatus de primera potencia económica es inevitable.

EEUU se encuentra inmerso en una Trampa de Tucídides con China: una potencia hegemónica en declive frente a otra en ascenso. ¿Como puede resolverse esta trampa? Normalmente a través de una guerra (que no tiene por qué ser militar). Y de esa guerra pueden salir tres escenarios. Uno, victoria de la potencia declinante y reafianzamiento de su hegemonía. Dos, victoria de la potencia ascendente y el consiguiente reemplazo como nueva potencia hegemónica. Tres, coexistencia más o menos forzada.

Personalmente, creo que el escenario uno es ya imposible. China será la nueva potencia mundial mas pronto que tarde, y ante eso EEUU puede optar por tres vías. La primera, admitir su declive y adaptarse a la nueva situación, conservando parte de su poderío (que no es poco) y manteniendo una actitud colaborativa con los nuevos amos del cotarro, los chinos. Es lo que hizo Inglaterra tras la Primera Guerra Mundial. La segunda, hundirse y pasar de superpotencia a país de segunda división. Es lo que hizo España en el Siglo XVII. La tercera, hundirse y llevarse al mundo occidental por delante con ellos.


Qasioun News Agency
https://www.youtube.com/watch?v=5GomGZViTrU

 

Parecía, a la luz de sus actos, que Trump prefería la tercera. De ahí que haya estado alimentando- con dinero y con asesores, al estilo americano- una suerte de Interterror Ultraderechista que auna a las milicias supremacistas blancas de Michigan, a los Gobiernos de Polonia y Hungría, a partidos como Vox en Europa occidental, a caudillos filofascistas como Bolsonaro y a los paramilitares ucranianos. En este sentido, la derrota de Trump más que la victoria de Biden puede suponer un alivio para las democracias occidentales. Pero no convendría alegrarse demasiado ni demasiado pronto: recordemos que fueron Obama y el propio Biden, con la activa colaboración de Hillary Clinton y John Kerry, quienes patrocinaron y armaron a esos mismos paramilitares ucranianos en 2014 y, anteriormente, a los fundamentalistas islámicos en Siria y Libia en 2011. Con demócratas o con republicanos, el dólar prevalece sobre la democracia.

Es por ello que Europa haría muy mal en seguir dependiendo de Estados Unidos, que no solo es el caballo perdedor, sino que además es un enemigo tradicional de Europa, aunque los dirigentes europeos lo nieguen. Valga el acto de presionar a Hungría para que no adopte la vacuna rusa como ejemplo criminal de rusofobia.

Lo mejor para EEUU (y para el resto del mundo) es que asumieran que el tiempo de las talasocracias atlánticas ya ha pasado y que adoptaran un nuevo papel, cediendo parte de su hegemonía cultural y, desde luego, militar y económica. China está conquistando África, pero ofreciendo infraestructuras y ayuda al desarrollo a cambio de los recursos naturales. En la pandemia se está viendo cómo en China han reaccionado poniendo el bien común por delante de los intereses individuales. Y no tienen el orgullo absurdo de pensar que lo suyo es lo mejor y no necesitan aprender de nadie. Aun siendo culturas muy diferentes, no nos vendría mal aprender de ellos.

Con todo, Europa todavía tiene cosas (inmateriales) que ofrecer al mundo. Somos un ejemplo en historia, en cultura, en Derechos Humanos, en Estado del Bienestar, en coexistencia democrática de ideas, fruto estas tres ultimas del periodo 1950-1990. Podemos aún jugar esa baza para pintar algo en el nuevo orden y tener un futuro decente. Pero esa baza no va a durar siempre. Y el seguidismo absurdo de los dictados de los USA, sean presididos estos por Biden o por Trump, que practican los dirigentes europeos desde hace décadas nos coloca en una pésima situación para aprovecharla.